FILOSOFÍA



Que es la Filosofía.?

La filosofía es una ciencia que de forma cuidadosa y detallada, busca dar respuesta a una variedad de interrogantes como por ejemplo, la existencia, la mente, la moral, la belleza, el conocimiento, la verdad y el lenguaje. Al tratar estas incógnitas, la filosofía trata de alejarse de lo espiritual, del esoterismo, y de la mitología al enfocarse en pruebas racionales más que en argumentos de autoridad.

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El origen histórico de la filosofía señala, que ésta surge en el siglo VI a.C. en Grecia, como resultado de los diferentes cuestionamientos que el hombre comenzó a hacerse sobre las cosas que le rodeaba; es por esto que la filosofía nace como un forma racional de explicar los fenómenos que suceden en la naturaleza, a través de la promoción de las propias capacidades humanas y marcando distancia de las explicaciones míticas, que para esa época, predominaban en esa cultura.

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Algunas de las ramas centrales de la filosofía en la actualidad son:

Metafísica: Se encarga del estudio de la naturaleza, de cómo se encuentra estructurada, qué la compone y los principios esenciales de la realidad. Su objetivo es alcanzar una mayor comprensión empírica del mundo, tratando de conocer la verdad más amplia del por qué de las cosas. La metafísicase apoya en tres interrogantes: ¿Qué es ser? ¿Qué es lo que hay? ¿Por qué hay algo, y no más bien nada?


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Gnoseología: Se encarga de analizar el origen de la naturaleza, así como el alcance del conocimiento humano. No sólo investiga los conocimientos particulares como el de la física o la matemática, sino que se encarga del conocimiento en general.


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La gnoseología se asocia con la epistemología, ya que ésta al igual que la gnoseología, se enfoca en el estudio del conocimiento, ocupándose de problemas como los hechos de tipo histórico, psicológico y sociológico que conducen a la obtención del conocimiento, así como los juicios por los cuales se los valida o se los rechaza.

En la gnoseología se distinguen tres clases de conocimiento:

El conocimiento proposicional. Este conocimiento se encuentra relacionado con la proposición “saber qué”. Por ejemplo todos saben que 2+2 es 4, que la luna orbita alrededor de la tierra o que se tiene un dolor de muelas. Cada uno de estos conocimientos son diferentes entre ellos, sin embargo todos tienen en común que son conocimientos basados en una proposición.

El conocimiento práctico. Este conocimiento se encuentra vinculado a la expresión “Saber cómo” y se obtiene al contar con las destrezas necesarias para realizar una acción. Por ejemplo se dice que las personas saben cómo redactar una carta, cómo amamantar a un bebé o cómo andar en motocicleta.

El conocimiento directo. Se encuentra vinculado con la expresión “conocer”. Y es aquel conocimiento que se obtiene de los entes. Por ejemplo una persona dice que conoce a su perro, que conoce una canción, etc.

Lógica: es una ciencia los fundamentos de la inferencia válida y la demostración. El objetivo de la lógica es la inferencia. Entendiéndose por inferencia a todo aquel proceso mediante el cual se deduce conclusiones a partir de hipótesis. La lógica investiga los principios por los cuales ciertas inferencias son aceptables y otras no. Igualmente analiza los argumentos sin tomar en consideración el contenido de lo que se está argumentando y sin tomar en consideración el lenguaje empleado.


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Ética: la ética se encarga del estudio de la moral, de todo lo relacionado con la bondad o lamaldad de las conductas humanas. Su enfoque son las acciones humanas y todo lo que se relacione con el bien, con la felicidad, el deber y la vida realizada.

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Estética: la estética se encarga del estudio de la percepción de la belleza. Cuando se dice que algo es bello o feo, se está dando una opinión estética, que al mismo tiempo manifiestan experiencias estéticas. Por lo tanto, la estética busca analizar estas experiencias y opiniones, cuál es su naturaleza y los fundamentos que tienen en común.

Al hablar de la filosofía de la naturaleza se hace referencia a aquella que se encarga delestudio de los fenómenos, que se caracterizan como naturales y que pueden comprender desde el movimiento, hasta la composición de las cosas que constituyen la realidad, pasando por el cosmos e incluso por el cuerpo humano.

Las características más resaltantes de la filosofía de la naturaleza son las siguientes, se desarrollaron diferentes concepciones tanto idealistas como materialistas. Sus exponentes manifiestan un evidente interés por el estudio de la naturaleza. Se reconocía la eternidad y lo infinito del mundo. El hilozoísmo (teoría que sostenía que la sensibilidad y la vida son inherentes a todas las cosas de la naturaleza).
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Antropología filosófica se encarga del estudio del ser humano, siendo éste sujeto y objeto al mismo tiempo, convirtiéndose en un elemento de reflexión. La antropología filosófica investiga el origen y naturaleza de la especie humana, para así poder determinar el sentido de su existencia, la relación del hombre con los demás seres, etc.

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Filosofía es una doctrina que usa un conjunto de razonamientos lógicos y metódicos sobre conceptos abstractos como la existencia, la verdad y la ética basados en la esencia, las características y las causas y efectos de las cosas naturales como el ser humanos y el universo.



Filosofía viene de la palabra griega φιλοσοφία y del latín philosophia acuñada por Pitágoras en el la Antigua Grecia que significa 'amor por la sabiduría' o 'amigo de la sabiduría'. Con este término también se nombran las teorías y sistemas de pensamientos desarrollados por uno o varios autores dentro de este campo.


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La doctrina filosófica se divide:
según su cronología: filosofía antigua o filosofía moderna

según su tema: filosofía lógica, filosofía epistemológica, filosofía ética, filosofía metafísica entre otros.

según el estilo: filosofía analítica entre otros.



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La filosofía griega es la referencia de la filosofía clásica. Entre sus mayores filósofos se encuentran Pitágoras, Sócrates, Platón y Aristóteles.

La filosofía es también el espíritu, principios y conceptos generales de una materia, una teoría o una organización. Hace también referencia a una forma propia de entender el mundo y la vida.

Filosofía también significa templanza, fortaleza o serenidad para afrontar una situación complicada. En este sentido, la expresión 'tomarse las cosas con filosofía' significa relativizar un problema.

También te puede interesar leer sobre "sólo sé que no sé nada" de Sócrates, "conócete a tí mismo" implícito en los Diálogos de Platón o "el hombre es un animal político" de Aristóteles.
Filosofía de la ciencia

La filosofía de la ciencia es una rama de la filosofía que estudia elconocimiento y la metodología científica, utilizando conceptos principalmente del empirismo y el positivismo.

Se trata de un tipo de reflexión normativa que profundiza sobre la legitimidad, la naturaleza y la racionalidad de la ciencia y su relación con otras formas de conocimiento como la Religión.

Algunos de los autores que han contribuido al desarrollo de la filosofía de la ciencia son Karl Popper, Moritz Schlick y Thomas Kuhn.


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Desde sus orígenes en la Grecia clásica la Filosofía se constituye como el saber más general y profundo sobre la realidad, porque se ocupa del conocimiento del ser en toda su amplitud a la luz de las últimas causas y primeros principios. La Filosofía, por su propia naturaleza, constituye un saber de segundo orden, pues sólo superando el plano epistemológico del conocimiento espontáneo y científico es posible alcanzar la unidad de sentido y universalidad a la que tiende la Filosofía.

En este contexto, la Filosofía de la Educación puede definirse como la aproximación al mundo de los fenómenos educativos desde una perspectiva filosófica. Se encuadra, por tanto, en el ámbito de la Filosofía Práctica pues constituye un saber de la acción, para la acción y desde la acción. En consecuencia, su fin principal no es tanto la contemplación de la realidad educativa como su mejora.

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La Filosofía de la Educación no siempre es valorada adecuadamente por parte de los filósofos: algunos la consideran una filosofía “de segunda clase”, porque se trata de una de las ramas de la Filosofía que toma otra actividad humana como objeto de estudio. En otras ocasiones, el menosprecio hacia la Filosofía de la Educación tiene su origen en los prejuicios de los propios educadores, que la consideran un saber bello pero inútil, incapaz de orientar efectivamente la educación que es, ante todo, una tarea práctica.


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Así, la Filosofía de la Educación ha sido denostada desde dos frentes: de una parte, por filósofos que se empeñan en encajar las ideas entre sí de modo que formen un sistema coherente en lugar de comprender su verdad y unidad esencial; de otra, por aquellos educadores que conciben la propia tarea como una actividad fundamentalmente práctica, de la que se esperan efectos beneficiosos inmediatos visibles y mensurables, en el ámbito del aprendizaje.

Estas críticas no hacen justicia a la Filosofía de la Educación, aunque hay que reconocer que en ocasiones tienen cierto fundamento sobre el que sustentarse porque, a veces, los filósofos de la educación —urgidos por la necesidad de dar respuestas inmediatas a los problemas concretos que plantea la práctica educativa— descuidan la profundidad y el rigor metodológico que requiere una disciplina filosófica, y no hacen propiamente una Filosofía de la Educación [White 2003]. Y otras veces, para contrarrestar esta opinión negativa extendida entre los filósofos y demostrar que son ciudadanos de pleno derecho en la república de los sabios, algunos filósofos de la educación se centran exclusivamente en análisis y cuestiones autorreferenciales sobre la propia disciplina —como cuál es la naturaleza de esta materia, la definición de su estatuto epistemológico, sus vinculaciones con otras ciencias, el lugar que le corresponde en el conjunto de los saberes filosóficos o pedagógicos, etc. [Haldane 1989]—. Esto supone, en realidad una “reflexión-sobre-la-reflexión acerca de la educación” —una especie de “meta-Filosofía de la Educación” carente de interés para los educadores— que aleja a la disciplina del ámbito de la práctica educativa real y de las preocupaciones concretas de sus protagonistas. Se trata, en el mejor de los casos, de una sistematización abstracta sobre temas académicos, sin incidencia en la educación tal y como la experimentan sus protagonistas —padres, profesores y alumnos— en su actividad diaria.

Sin embargo, y a pesar de estas críticas, es comúnmente admitido que existe una Filosofía de la Educación implícita en las obras de muchos filósofos —desde Platón a Gadamer— que constituye, en algunos de ellos, el núcleo de su pensamiento.


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2. La Filosofía de la Educación como “disciplina académica”
La diversificación de las disciplinas académicas obedece a su consideración como áreas de estudio organizadas sistemáticamente; son ámbitos del saber y del hacer que tienen objetos, metodologías y finalidades específicas. Más que conjuntos estáticos de saberes objetivados, las disciplinas son modos de disponer un conjunto de actividades cognoscitivas [Pring 2004].

Así, la Filosofía de la Educación se distingue de las demás materias filosóficas y pedagógicas por su objeto de estudio, la metodología que emplea y el fin que se propone alcanzar.

— Su objeto propio es el estudio del fenómeno educativo en toda su amplitud: los agentes, procesos y escenarios donde se desarrolla el binomio enseñanza-aprendizaje.

— Emplea para su elaboración metodologías filosóficas.

— Tiene como fin inmediato la elaboración de un cuerpo de doctrina que facilite a los profesionales de la educación la comprensión del sentido y las implicaciones antropológicas y éticas de su tarea, para mejorar su actividad práctica.

En definitiva, la Filosofía de la Educación no pretende elaborar “una gran teoría” en el sentido epistemológico fuerte de la palabra [Pring 1978] —un sistema unificado de proposiciones, semejante a las teorías científicas—, sino llevar a cabo una reflexión crítica y sistemática sobre la educación de la que se puedan extraen conclusiones que permitan entender y afrontar mejor los problemas de la práctica educativa.

El asentamiento de la Filosofía de la Educación como disciplina académica a partir de 1960 se debe a Richard S. Peters, del Instituto de Educación (Institute of Education, IOE) de la Universidad de Londres, quien lideró el trabajo de un grupo de expertos en Filosofía Analítica, que aplicaron este método al estudio de la educación. Su objetivo principal se orientaba a la clarificación filosófica de conceptos educativos fundamentales como, por ejemplo, enseñanza, adoctrinamiento, autoridad, aprendizaje, creatividad, etc., que hasta ese momento habían recibido poca atención por parte de los filósofos.

Peters definió la Filosofía de la Educación como una familia de investigaciones unidas entre sí por su carácter filosófico y su relevancia en cuestiones educativas; señaló que debía tomar como punto de partida los problemas de la educación, y había de construirse en diálogo fecundo con la Ética, la Filosofía Social y la Teoría del Conocimiento, entre otros saberes [Peters 1983].

Estos pioneros de la Filosofía de la Educación en Gran Bretaña pretendían que la disciplina fuera auténticamente filosófica —y, por lo tanto, reconocida como tal por los demás filósofos—; y demostrar su relevancia de cara a la formación del profesorado, de tal forma que se incluyera en los planes de estudio de los futuros profesionales de la educación a nivel nacional. Aunque en parte lograron estas metas, la Filosofía Analítica de la Educación resultó excesivamente técnica y fría, y no contaba con una antropología definida sobre la que sustentarse.


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3. La Filosofía de la Educación y otras disciplinas pedagógicas

La Filosofía de la Educación no constituye un campo independiente, como una “reserva acotada” de conocimiento, sino que debe cultivarse en diálogo interdisciplinar con los demás saberes que se ocupan del estudio del ser humano y de la educación. En concreto, se sitúa en la intersección de la Antropología, la Filosofía de la Cultura y las Ciencias de la Educación cuando éstas tratan de comprender en plenitud al ser humano en cuanto educable, con vistas a iluminar lúcidamente la acción educativa [Amilburu – García 2012].

En cuanto disciplina académica, se puede elaborar de diferentes maneras, muchas de ellas válidas y complementarias entre sí. El hecho de que se cultive con una orientación más histórica o sistemática, analítica o deductiva, etc., dependerá de las inclinaciones filosóficas de los autores o de las circunstancias externas —requisitos legales, académicos, etc.— que pesen sobre ellos.
3.1. Pedagogía, Ciencias de la Educación y Teoría de la Educación

En el ámbito de lengua española se llamó inicialmente “Pedagogía” a la rama del saber que tenía como objeto específico describir y dar razón de la actividad educativa, y señalar el modo de llevarla a cabo [Medina 2001: 309].

Con el paso del tiempo, la Pedagogía alcanzó un mayor nivel de especialización y complejidad al adoptar la metodología propia de las ciencias experimentales, con las que ha ido estableciendo vínculos cada vez más estrechos. Así, los pedagogos se interesaron progresivamente por conocer e incorporar a su ámbito los métodos y resultados de la Psicología, Biología, Sociología, Economía, etc. De esta manera, la Pedagogía se identificó con el “estudio científico de la educación” ampliándose para albergar todos los saberes que empezaron entonces a llamarse “Ciencias de la Educación”. Esto supuso simultáneamente un parcelamiento del estudio del fenómeno educativo, favoreciendo el desarrollo diferenciado y autónomo de diferentes áreas: Didáctica, Pedagogía Social, etc.

Sin embargo como las Ciencias de la Educación remiten un mismo fenómeno, se echaba de menos una sistematización y visión de conjunto que permitiera comprender, interpretar, describir, explicar, predecir, justificar, etc., las múltiples circunstancias que concurren en el proceso educativo. Por eso se volvió nuevamente la mirada hacia la Pedagogía, como “ciencia que aporta la fundamentación teórica, tecnológica y axiológica, dirigida a explicar, interpretar, decidir y ordenar la práctica de la educación” [García Aretio 2011: 251]. Pero, paradójicamente, la denominación “Pedagogía” perdió su carga “científica” y se dividió en otras dos disciplinas —Teoría y Filosofía de la Educación—, conviviendo con ellas sin una delimitación clara de sus fronteras.

En este contexto, la Teoría de la Educación buscaba configurarse como un saber de carácter más descriptivo y demostrativo, mientras que la Filosofía de la Educación adoptaba una intención normativa. La primera asumió el estudio de la educación desde un punto de vista predominantemente fáctico, mientras que segunda lo hacía desde un enfoque interpretativo. La Teoría de la Educación estaría orientada por tanto hacia el análisis de temas inmediatos o circunstanciales, mientras que la Filosofía de la Educación busca fundamentar reflexivamente la acción educativa [Quintana 1995].
3.2. Antropología de la Educación

La Antropología cumple una función propedéutica en cualquier estudio relacionado con la educación, ya que disponer de un conocimiento adecuado del hombre —de su modo de ser y de obrar— es una condición necesaria para poder plantear con acierto la tarea educativa [Higgins 2011].

El estudio del ser humano puede abordarse desde ángulos muy diversos, desde la experiencia inmediata al conocimiento científico y filosófico. Atendiendo a la distinción establecida por Dilthey puede ser estudiado tanto por las Ciencias de la Naturaleza —Física, Biología, Medicina…—, como por las del Espíritu: Historia, Sociología, Literatura, etc.

Entre los estudios antropológicos que revisten un mayor interés de cara a la educación se puede distinguir dos grandes ámbitos: la Antropología Filosófica y las Antropologías Positivas: estas últimas engloban a su vez los trabajos de la Antropología Física y la Antropología Sociocultural [Choza 1985].

Mientras que las Antropologías Física y Sociocultural se ocupan de distintos aspectos de la facticidad humana, empleando los métodos y procedimientos propios de las ciencias particulares, la Antropología Filosófica se propone llegar a comprender el sentido de lo humano, que incluye pero no se agota en su dimensión fáctica.

La consideración de las cuestiones antropológicas más estrechamente vinculadas al proceso educativo ha dado origen a la Antropología de la Educación, una disciplina relativamente joven, que se caracteriza por la diversificación de temáticas y metodologías entre quienes la cultivan.

Las relaciones que se establecen entre la Filosofía y la Antropología de la Educación dependerán del tipo de Antropología que se adopte en cada caso. La Antropología filosófica, constituye un firme apoyo para la Filosofía de la Educación de cara a la consecución de su objetivo: comprender qué es la educación en toda su radicalidad y los seres humanos en cuanto educables, con el fin de mejorar la práctica educativa.


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4. La Filosofía de la Educación y los educadores

La Filosofía —también la Filosofía de la Educación— no es un tipo de saber útil en el sentido en que pueden serlo las matemáticas o la ingeniería; pero es de gran utilidad, porque cumple una función esencial a la hora de iluminar la acción humana, que por tratarse de la actividad de un ser racional debería estar orientada por el conocimiento. Por esa razón su cultivo adquiere una gran importancia para los educadores.

La tarea educativa remite de suyo a cuestiones de gran calado filosófico que es necesario abordar como, por ejemplo, qué significa conocer y qué valor tienen determinadas formas de pensamiento (Epistemología), qué es valioso y por tanto merece ser enseñado y aprendido (Ética), la naturaleza de las actividades mentales (Filosofía de la mente), etc. [Pring 1978].

La Filosofía de la Educación, no pretende determinar con qué medios, en qué circunstancias y ambiente, o a qué individuo psicobiológico concreto hay que educar; sino que se plantea cuestiones de carácter más amplio y general, del tipo: qué es la educación, por qué es necesaria, quién es el sujeto de la educación metaempíricamente considerado, para qué educamos, cómo es posible que alguien llegue a educarse, etc. [Sacristán 1994].

En concreto, una de las cuestiones filosóficas fundamentales que han de abordarse al tratar el tema de la educación consiste en clarificar qué se entiende por un ser humano educado; porque el ideal de humanidad que se asume es el motor que pone en marcha todo el proceso educativo. Sólo después, una vez perfilada la cuestión del ideal al que se tiende, se podrán acometer con acierto los estudios relacionados con los agentes y los medios educativos, pues deben adecuarse a la promoción del ideal de persona que orienta el proceso. Y, sin duda, para acertar en la formulación de ese ideal es preciso llevar a cabo una atenta reflexión de carácter filosófico-antropológico.

Además de éstas, hay otras cuestiones filosóficas de gran interés para los educadores; entre ellas, las que examinan las tensiones que se plantean en la sociedad contemporánea rara reconciliar la responsabilidad social y la autonomía individual; el respeto por la tradición y la el derecho a ofrecer una interpretación personal de la misma; la libertad personal y la autoridad externa; el ámbito privado del individuo y el dominio público de la comunidad, etc.

La Filosofía de la Educación se ocupa también de otros temas de gran importancia como, la formulación del modelo antropológico que subyace en las distintas propuestas teóricas de educación; la naturaleza específica de la relación educativa; la clarificación de los fines, objetivos y valores educativos; el lugar que corresponden a la educación social, cívica, política, religiosa, ética y estética en el currículum; la deontología profesional de los docentes, etc.

Sólo tras una reflexión Filosófica, Antropológica y Ética sobre el sujeto de la educación es posible formular conclusiones que tengan fuerza normativa en este ámbito. Y sólo entonces los educadores estarán preparados para ejercer un juicio razonable sobre su propia tarea, y hacer aportaciones substanciales en asuntos educativos de interés general, más allá de los límites de su institución.

Como ya se ha mencionado, la Filosofía de la Educación, no busca directamente generar nuevos conocimientos pedagógicos, sino permitir una comprensión más profunda de aquello con lo que el educador está ya familiarizado; y ayudar a conocer las discusiones y los problemas que tuvieron lugar en el pasado, y el modo en que fueron afrontados —y tal vez solucionados— racionalmente [Smeyers 2010].

En concreto, hay tres campos de la Filosofía de la Educación que pueden proporcionar una ayuda inestimable a los educadores:

a. El recurso al Análisis lógico del lenguaje, orientado a la clarificación de los términos y teorías pedagógicas que se emplean en el lenguaje ordinario y el discurso académico sobre la educación.

b. El modo de argumentación propio de la Filosofía práctica, que proporciona un contrapeso y complemento a la abstracción de las ciencias teóricas y al pragmatismo técnico [Amilburu 2014].

c. El conocimiento de la Historia de la Filosofía, que pone en contacto con las diferentes respuestas que el ser humano ha formulado a los interrogantes últimos que se plantea, desde perspectivas teóricas e ideológicas muy diversas.

En efecto, los conceptos que utilizamos actualmente en el ámbito educativo son el producto terminal de un proceso histórico de transformación de nociones que se acuñaron por primera vez en la Grecia clásica [Carr 1987]. Conviene conocer el desarrollo de las ideas que se emplean, porque la evolución de su uso y su significado manifiestan cuestiones más profundas que es necesario tener en cuenta para su adecuada comprensión. Porque, como señala Boyer, no es posible adquirir un conocimiento adecuado de las realidades específicamente humanas —y la educación es, sin duda, una de ellas— sin conocer su historia [Boyer 1920].

Muchos filósofos han trabajado temas de interés para la educación. En todas las grandes áreas de la Filosofía —Metafísica, Lógica, Ética, Epistemología, Antropología Filosófica, Filosofía Moral y Política, etc.— se tratan de un modo u otro cuestiones que afectan directamente al núcleo mismo de la acción educativa como, por ejemplo, la distinción entre el bien y el mal, el ejercicio de la libertad, la posibilidad de que un ser humano enseñe a otro, la dimensión social del ser humano, el fundamento de la autoridad, etc.

La Historia de la Filosofía pone al educador en contacto con las ideas que entretejen nuestro modo de entender la educación, facilita el desarrollo del juicio propio y previene frente al peligro del dogmatismo en aquellos ámbitos que están abiertos a la discusión, a la diversidad de planteamientos, y a la crítica razonada.

No es este el momento de señalar el desarrollo del pensamiento educativo en la Historia de la Filosofía. Remitimos al lector a las voces correspondientes a los distintos autores.

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5. Historia de la Filosofía de la Educación como disciplina
5.1. La “prehistoria académica” de la Filosofía de la Educación

La Filosofía de la Educación como disciplina académica universitaria tiene una vida relativamente corta [White 2003] pero, como ya se ha dicho, desde Sócrates, pensadores que pertenecen a épocas y tradiciones filosóficas muy diversas han formulado “ideas filosóficas acerca de la educación” [Hirst 1998].

Estas “ideas filosóficas sobre temas educativos” que han llegado hasta nosotros se pueden agrupar en cuatro grandes tradiciones de pensamiento: la aristotélica –incluyendo en ésta el pensamiento clásico y las aportaciones cristianas—; el racionalismo postcartesiano; la filosofía empirista y el idealismo.

Sin embargo, hay que esperar hasta el siglo XX para poder hablar propiamente de Filosofía de la Educación como “disciplina académica”. Muchos autores consideran a John Dewey (1859-1952) el primer “filósofo de la educación”, porque planteó su trabajo como un examen filosófico de los problemas que surgen en el desarrollo de la educación, y no como pensamiento filosófico aplicado a la educación. Para Dewey los planteamientos teóricos acerca de lo que hay que hacer en el ámbito educativo deben surgir como respuesta a los problemas que presenta la propia tarea de educar; y las teorías deben probarse después en la práctica, como él mismo hizo en la Escuela Laboratorio.
5.2. Richard S. Peters y el Instituto de Educación de Londres

Peters es, sin duda, una de las personas que ha contribuido más decisivamente a edificar la Filosofía de la Educación en el siglo XX, reuniendo en el Instituto de Educación de la Universidad de Londres un importante grupo de académicos entre quienes cabe destacar, además del propio Peters, figuras como Paul Hirst, John Wilson, John White, etc. Bajo el impulso y la dirección de Peters se cultivó un estilo nuevo de Filosofía de la Educación que ha tenido gran repercusión en el desarrollo de esta disciplina, sobre todo en el ámbito anglosajón [Cuypers – Martin 2009].

Richard S. Peters estudió Filosofía en las Universidades de Oxford y Londres. En 1962 sucedió a Louis A. Reid en la Cátedra de Filosofía del IOE hasta 1983. Por influjo de G. E. Moore y B. Russell, el Análisis Lógico del Lenguaje se convirtió a inicios del siglo XX en el instrumento imprescindible para la clarificación del significado de los conceptos y la justificación de su valor de verdad. Esta clarificación se realiza reduciendo el concepto a elementos atómicos que son comprobables a través de la experiencia sensible. Posteriormente, el pensamiento del segundo Wittgenstein centró el análisis lógico en el examen del uso que se hace del lenguaje, tanto del lenguaje científico como del ordinario. Peters se formó en el seno de esta tradición filosófica; de ahí que propusiera la aplicación del análisis lógico del lenguaje ordinario a los enunciados que se emplean en el ámbito de la educación con el fin de clarificar el contenido de los principales conceptos utilizados en este campo como, por ejemplo, motivación, emoción, autonomía, castigo, aprendizaje, enseñanza, curriculum, etc. Y, en primer lugar, el concepto mismo de educación.

En resumen, Peters defendió que la Filosofía de la Educación debía ocuparse en primer término del análisis lógico de los conceptos empleados en el discurso pedagógico y de la fundamentación de los conocimientos, creencias, acciones y actividades educativas, antes de responder a las cuestiones relativas a su justificación y la normatividad. De ahí que las dos preguntas que enmarcan el paradigma de la Filosofía de la Educación planteado por Peters son:

a. ¿Qué se entiende por educación? (“What do you mean?”: Análisis conceptual)

b. ¿Cómo se puede mostrar que la educación es algo valioso? (“How do you know?”: Justificación)

Peters desarrolló su trabajo en cuatro áreas fundamentales [Peters 1966]:

1. El análisis filosófico de los conceptos propios del campo de la educación que pueden ser estudiados también desde la Psicología Filosófica y la Filosofía Social

2. La aplicación de la Ética y la Filosofía Social a los contenidos y procedimientos deseables para la educación

3. El examen de los esquemas conceptuales que emplean los psicólogos de la educación en el estudio de los procesos educativos

4. El examen filosófico del contenido y organización del curriculum y otras cuestiones relacionadas con el aprendizaje.

Entre sus escritos hay que destacar la Conferencia Inaugural pronunciada en el IOE en 1964, que llevaba por título “La Educación como iniciación”. En ella presentaba de modo paradigmático su manera de entender la tarea educativa como la introducción del sujeto que se educa en las tradiciones públicas de la cultura a la que pertenece [Peters 1966]. Ésta es una de las aportaciones más originales de Peters, con la que se abrió una nueva línea de comprensión y desarrollo de la disciplina.

La “iniciación” es el rito de paso que se cumple en la pubertad y que, una vez superado, introduce a los jóvenes en la vida adulta como sujetos de pleno derecho. La imagen de la “iniciación” sostiene que la educación tiene como fin familiarizar a los seres humanos más jóvenes con el mundo de las tradiciones culturales a las que pertenecen para que puedan vivir en él como personas adultas, autónomas y responsables.

Peters parte del ideal de “persona educada” que se forjó en el siglo XIX —aquella que se ha desarrollado moral, intelectual y espiritualmente—, y describe la educación como la actividad mediante la cual la propia cultura es “entregada” por una generación a la siguiente y se desarrollan en quienes aprenden estados mentales estables valiosos.

Hacia el final de su vida académica, dedicada a la teorización filosófica a un alto nivel, Peters reconoció que el trabajo que debería desarrollarse en el futuro tendría que asumir un carácter más “pegado a la tierra”, aunque también afirmó que no se debe perder de vista que no será posible solucionar los problemas educativos concretos si los educadores no los abordan primero desde una aproximación filosófica coherente [Peters 1983].

Efectivamente, la Filosofía de la Educación elaborada por Peters, al ser analítica y fundante, contribuyó a dar claridad, estructura argumentativa, seriedad y respetabilidad a la disciplina, pero —como él mismo intuyó—, de alguna manera reclama un complemento que contrarreste su carácter excesivamente formalista y analítico.
5.3. Corrientes actuales en Filosofía de la Educación

La nota característica del pensamiento filosófico educativo actual es su fragmentación: por el modo de entender la naturaleza de esta disciplina, por los diferentes tipos de preguntas que se formulan quienes la cultivan, por las respuestas —muchas veces incompatibles entre sí— que ofrecen las distintas escuelas o tradiciones de pensamiento, etc. [Carr 2005].

Así, se observa que conviven en la actualidad Filosofías de la Educación de corte Analítico junto con otras aproximaciones influidas por la filosofía Crítica, el Deconstruccionismo, la Fenomenología, el Neomarxismo, el Existencialismo, el Personalismo, la Hermenéutica, o el Neoaristotelismo, por citar sólo las más señaladas.

Si bien algunas de las cuestiones educativas que se plantean en la actualidad son cuestiones permanentes, otras han ido surgiendo al hilo del desarrollo histórico humano, como las que hacen referencia, por ejemplo, a la educación multicultural en un mundo globalizado, la educación para la democracia, para el desarrollo sostenible, etc., pues los filósofos de la educación contemporáneos son herederos de una tradición multisecular que está en continuo desarrollo.

La Filosofía de la Educación de cada autor es deudora de su planteamiento filosófico y del modo de concebir las relaciones entre la Filosofía y la Educación. Algunos autores sostienen que entre ambas disciplinas se da una íntima vinculación, otros defienden su absoluta independencia, y —como en todo— también existen posturas intermedias.

En conjunto, se puede hablar de seis grandes metodologías utilizadas para elaborar la Filosofía de la Educación, que son las que diferencian unos estilos filosóficos de otros:

1. La Filosofía de la Educación descriptiva analiza filosóficamente lo que sucede en el proceso educativo.

2. La “Filosofía de la Educación para educadores” elabora una especie de antología de cuestiones filosóficas que se consideran de interés para los profesionales.

3. Se ha cultivado también una Filosofía de la Educación como “Análisis Metafísico de cuestiones educativas” —la estructura entitativa del ser educacional, la esencia de la educación y sus causas, la teleología ordenadora de todo el proceso, etc.

4. La Filosofía Analítica de la Educación trata de clarificar el contenido conceptual de los términos del lenguaje que se emplea en el contexto de la educación.

5. Hay autores que defienden una Filosofía de la Educación “reflexiva”, sobre los supuestos profundos de la educación, que integre un buen conocimiento de la Historia, y las conclusiones de la Antropología Filosófica.

6. El enfoque deductivo en la Filosofía de la Educación, o estudio de las Escuelas de Filosofía —llamado coloquialmente “de los -ismos”—, busca explicitar las consecuencias educativas que se pueden extraer de los principales sistemas filosóficos —racionalismo, empirismo, existencialismo, etc.-.

Las críticas a este tipo de Filosofía de la Educación señalan que una postura metafísica o epistemológica no puede tener implicaciones lógicas necesarias que sean aplicables en el campo de la teoría y la práctica educativas; y sostienen también que dos filósofos que pertenezcan a una misma escuela filosófica pueden estar en desacuerdo respecto a cómo deben llevarse a cabo determinadas prácticas educativas y, por el contrario, personas que coinciden sobre cuestiones educativas pueden sostener posturas filosóficas muy diferentes.




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